Lo que sucede es conveniente

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Monday, December 12, 2011

Tacones lejanos... en NYC

Inspirada por el breve encuentro que tuve con una amiga de Vitoria y nuestra visita a un mega outlet de zapatos, esta mañana he decidido ponerme unos preciosos zapatos morados (que la mayoría encontraréis horrendos pero que a mí me encantan) con un tacón de 11.5 cm. Por eso de ser un poco más señorita (pues "ya no tenemos edad para ir todo el día en playeras", como me dice mi compañera de trabajo por las mañanas cada vez que me ve con los zapatos en el bolso).

Mi odisea ha empezado al bajar las escaleras de casa... ¡¡¡PUM!!! tobillo para un lado y bolso caído por todas las escaleras (por supuesto, el bolso estaba abierto y un río de tampones, móvil, maquillaje, novela y agenda ha caído rodando escaleras abajo) mientras yo me aferraba con dos manos a la barandilla como si no hubiera un tomorrow.

Superado el susto, me incoporo y cojo el metro y el autobús. Cuando llego a mi parada, me levanto del asiento y, como se me había olvidado que ahora soy 11.5 cm más alta que ayer, ¡¡¡PUM!!! ostiazo contra el techo del autobús (pues, por supuesto, me he sentado en esas zonas con techo un poco más bajo).
Llego a la oficina y cojo un poco de agua en un vasito de papel. Me acerco a mi escritorio con el vaso, tropiezo conmigo misma y desparramo el vaso lleno de agua sobre el teclado del ordenador (¡genial!).

Dos minutos más tarde, recibo una llamada del marido de mi compi de trabajo para decirme que se ha puesto de parto. Entonces, además de lo que tenía que hacer hoy, me ha tocado ir a una papelería a por tarjetas de navidad, para mandar a algunos contactos de la oficina.

Llego a la papelería y subo al segundo piso en ascensor. Cuando ya tengo lo que necesitaba, decido coger el ascensor para bajar pero había algun problema y los de mantenimiento lo estaban usando. Así que me ha tocado coger las escaleras... y por supuesto, ¡¡¡PUM!!!! ostiazo en las escaleras, esta vez me he roto las medias, me he aferrado a la barandilla como si de verdad me fuera a llevar un tsunami, las postales de navidad escaleras abajo junto con el bolso, me he raspado la rodilla como lo hacía a los 7 años y me caía de la bici; y dos empleados de la papelería han corrido a ayudarme como si me hubiera caído del empire state (que básicamente, ha sido así, porque con esos tacones de 11.5 cm, casi tengo vértigo...).

Entonces me pregunto: ¿cómo lo hacéis, mujeres de hoy día?, ¿cómo podéis andar con pichutos así y no atentar contra vuestra integridad física todas las mañanas? Yo ya me he puesto las zapatillas que tengo en la oficina y me niego a ponerme esos tacones por el resto del día.

Un beso lleno de admiración a todas las mujeres de hoy día y especialmente a mis amigas de Vitoria, ¡por equilibristas! :)
                                                       Carrera en tacones en Belgrado: por supuesto yo, sería la
                                                                                    que está planeando... ;)

Friday, February 18, 2011

Vampireball: una fiesta MORTAL en Nueva York

¿Cuántas veces has visto una fiesta en la televisión en alguna serie americana y has dicho “Jooo… yo también quiero… ¿dónde habrá fiestas así por aquí cerca; quizá en Tudela?”- (eh, no creo…).
Y es que hay ciertos jolgorios  que parece que sólo están en las películas o en CSI-Miami: fiesta en una piscina de espuma, una Brazilian party en bikini en medio del invierno o una juerga vampírica.
La Brazilian party ya está tachada de mi lista (el pasado febrero fui a una) y hace unos días pude tachar la juerga vampírica.
Hace una semana, mi compañera de piso me avisó de que había un Anti-Valentine’s Vampireball (explicación para los de la LOGSE: un baile de vampiros anti-San Valentín). Es decir,  una fiesta de lo más contra-sistema;  era anti-todo y a favor de todo, es decir una fiesta “todo-en-uno”.
Era obligatorio disfrazarse de algo gótico, se celebraba el día anti-San Valentín y la noche de las anti-convenciones, se permitía todo tipo de baile y formas de apareamiento  (los tríos y cuartetos eran algo muy común en esta fiesta matriarcal, dónde las doñas tenían el control de la escena nocturna -aquí acaba de salir la fan de antropología que hay dentro de mí-).
                                                                                                  Con mi amiga Ines
Cuando me enteré de que era obligatorio disfrazarse, cancelé todos los planes que tenía y compré las entradas. Si es que en realidad, soy una travesti atrapada en un cuerpo de funcionaria y los disfraces son mi perdición…
 Tras un rato en la party, mis colegas y yo nos dimos cuenta de que nosotros nos habíamos tomado  la noche como una fiesta de disfraces; pero que, para la mayoría de los que estaban allí, aquello era una noche más; ellos van así normalmente a comprar el pan por el barrio y tabaco al bar de la esquina; ¿y por qué no? yo, a menudo, voy en pijama...

                  Con uno de los que van así a comprar el pan


La fiesta fue MORTAL (nunca mejor dicho): bailamos, tomamos  TRUE BLOOD BATH, osea baños de sangre verdadera (una mezcla de vinos y  otros líquidos que nunca supimos lo que eran), nos echamos unas risas, vimos a tipas bailar desnudas bajo la luz de unas velas, escuchamos a un cantante de ultratumba con el pelo hasta las rodillas y nos pusimos todo guapos con nuestros atuendos vampíricos. En definitiva: ¡UNA NOCHE MORTAL!!!

        Carmen, Álvaro y MissCafeína